Amor de película.
Esta historia comienza el día que nací, porque para lo que algunos solo podría ser una historia de película, para mí es la realidad. Conocí a la que hoy es mi prometida en los cuneros, un poco difícil de creer pero nuestras mamás se conocieron el mismo fin de semana que sus hijos nacieron. Literalmente fue muy rápido, mi mamá y la que hoy es mi suegra son íntimas amigas, se podría decir que hasta son hermanas perdidas.
Su amistad ha ido creciendo con el paso de los años, pues yo recuerdo como se juntaban para tomar el café, ir de compras, para comer, para mil cosas y nos llevaban a Natalia y a mí. Por supuesto que cuando éramos apenas unos niños, nadie tenía la menor idea de que acabaríamos más enamorados que nunca. De chiquitos recuerdo que jugábamos de todo, las escondidas, a la casa embrujada y mil juegos más.
Natalia tiene una hermana mayor y yo dos hermanos menores, recuerdo que entre todos decíamos que éramos hermanos y la verdad era padrísimo porque todo el tiempo estábamos juntos. Al pasar los años, Natalia y yo cumplimos 15, tuvimos una fiesta juntos aunque ella fuera más grande que yo por un día, pero recuerdo que a esa edad fue cuando la empecé a ver distinto. Me empezó a cautivar su forma de ser, sus sueños, sus miedos, todo y de un momento a otro empezamos a tener una complicidad entre ella y yo a pesar de que todos éramos muy unidos.
A pesar de que yo empecé a tener sentimientos por ella, decidí esconderlos porque era una de las niñas más guapas que había visto y claro que tenía muchos pretendientes. Cuando teníamos 20 años nuestro camino se separó un poco, pues ella se fue a estudiar a Puebla y yo ya tenía muy claro que chance nunca íbamos a sentir lo mismo. Un día nuestras madres se organizaron para hacer la típica celebración por nuestros cumpleaños y fue entonces cuando la volví a ver, tan maravillosa como siempre. Al final, la comida se alargó hasta la noche y de la noche a la madrugada, fue entonces cuando la vi sentada en el jardín viendo las estrellas y fui a sentarme para platicar. Después de algunas copas de vino me confesó entre risas que siempre le había gustado, no saben como me sentí en ese momento por lo que no dude ni un segundo en decirle que llevaba años sintiendo algo por ella. Les digo que parece historia de película, pero empezamos a salir a los pocos días y tuvimos una relación a larga distancia en lo que terminaba su carrera en Puebla.
Después de algunos años de solo vernos el fin de semana, terminó la carrera y regresó para irnos a vivir juntos, en verdad que todo el tiempo que pasábamos juntos es increíble por lo que un día la lleve al mismo jardín en el que empezó todo, me arrodille y con un anillo de oro blanco y un diamante le pedí que pasara el resto de sus días a mí lado. Aun seguimos preparando la boda, para que a pesar de la situación en la que nos encontramos ahorita, Natalia y yo nos convirtamos en esposos.
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