La manzana que se volvio anillo.
Para ello hay que remontarnos a tiempos donde dioses y mortales compartían la tierra. Como era costumbre entre las divinidades, los pequeños detalles podían desencadenar desde desastres naturales, hasta guerras de leyenda.
En este caso fue Eris, diosa de la discordia, la que por no ser invitada a la boda de Peleo y Tetis, se vengaría lanzando una manzana dorada, en cuya cáscara se encontraba la inscripción “para la más hermosa”. Tres serían las diosas que buscarían poseer la manzana, Hera, Atenea y Afrodita, mientras que el encargado de tomar la decisión, sería el príncipe de Troya, Paris.
Aunque este simple mortal encontró el atractivo de las deidades hipnótico, fue sobornado por Afrodita para que le diera la victoria, bajo la promesa de que tendría la mano de Helena de Esparta. Desde ese momento las manzanas serían una fruta consagrada a Afrodita, volviéndose un símbolo de declaración de amor.
Basado en este mito, los antiguos helenos tenían por costumbre lanzar una manzana a la mujer que esperaban que se convirtiera en su esposa, si dicha mujer levantaba la manzana, la propuesta de matrimonio sería correspondida.
Una demostración de amor completamente poética, sin intervención de la riqueza material y que reflejaba la pureza de los sentimientos. Ya que sólo una persona que se considerara “la más hermosa”, ante los ojos del otro, se atrevería a tomar la fruta, sellando de esa manera su destino como pareja.
Si bien es una tradición que no cuenta con el mismo simbolismo que una argolla de matrimonio, sí es parte de los rituales que dieron forma a lo que hoy conocemos. De igual manera, es una peculiar manera de mantener la petición en un ambiente más íntimo y que sólo aquellos que conozcan la leyenda podrán entender.
Esto no descarta la hermosura de portar un anillo de compromiso y posteriormente de matrimonio, al contrario, se puede adaptar como un complemento, para recalcar la decisión de dos enamorados. Una sutil pregunta, para confirmar que los sentimientos de ambos siguen tan vivos y seguros como el día que aceptaron planear un futuro juntos.
Como esta hay muchas leyendas y rituales que inspiraron y dieron forma al imaginario colectivo, que se plasma en dos piezas de joyería que se complementan. Una vez más demostrando que no es el valor monetario lo que le da la relevancia al acto, sino la pureza de las emociones, de aquellos que están dispuestos a recorrer la vida como marido y mujer.
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